¿Cómo las empresas pueden «crear el enemigo»?
La competencia debería ser un incentivo para el desarrollo, en lugar de convertirse en una ruina. Lo hemos visto suceder una y otra vez: las empresas se estancan en sus caminos, confían demasiado en la tradición y son demasiado obstinadas para darse cuenta de que la competencia se les está acercando, listas para lanzarse con una nueva innovación.
Nokia, el antiguo gigante de la telefonía móvil, se enfrentó a este destino cuando se negó a adaptarse a las nuevas tecnologías en el mercado por temor a aislar a sus clientes actuales. No fue hasta 2008 que Nokia intentó competir con Android de Samsung y el iPhone de Apple, pero, para entonces, el destino de la compañía estaba sellado.
La solución, aunque aparentemente contraria a la intuición, es simple: las empresas deben usar sus propios recursos para crear su propia competencia.
Para hacer realidad este objetivo, las empresas deben asumir la responsabilidad de crear un equipo de innovadores que ya trabajen en su empresa.
Este equipo de empleados debe incluir a los de alto desempeño que hayan demostrado ser capaces de pensar en el futuro a lo largo de su mandato en la organización, y tal vez incluso algunos disidentes que sean capaces de reconocer las posibles debilidades dentro del producto o servicio de una empresa.